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miércoles, 16 de mayo de 2012

salud para todos.


Salud para todos

Un viejo anhelo del ANC es saboteado por los consorcios farmacéuticos. Con una fuerte campaña, estas corporaciones presentan los esfuerzos de las alianzas políticas progresistas sudafricanas por establecer el sistema sanitario universal, como una amenaza a sus intereses y una especie de delirio del Gobierno cuando esa nación —aseguran— no puede dar ese impulso a favor de los más desposeídos, pues apenas intentan salir de una fuerte caída de la economía nacional.
El tema genera también una enorme gama de discusiones entre los sectores políticos sudafricanos, a veces encontrados, sobre la aspiración de llevar la salud a todos en uno de los países africanos que, a pesar de ser el motor principal de la economía de ese continente y de destinar buena cantidad de sus ingresos a ese sector, cuenta con un endeble sistema sanitario.
A la cabeza de quienes defienden el justo proyecto social se encuentran el ANC y sus aliados progresistas: el Partido Comunista y la Confederación de Sindicatos Sudafricanos (COSATU, por su acrónimo en inglés), que dieron un espaldarazo a Jacob Zuma en la lucha por el control del partido gubernamental contra Thabo Mbeki, y en las elecciones celebradas en abril de 2009. Algunos sectores menos radicales del ANC consideran que es un poco apresurado lanzarse a implementar el sistema sanitario universal, y se cuestionan de dónde saldrá el dinero para asegurar ese derecho a los 50 millones de sudafricanos. Mientras opositores y hospitales privados no quieren ni oír hablar del asunto.
Sin embargo, la idea no está pensada de prisa. El Gobierno ha incrementado el presupuesto destinado a la inversión en el sector de la salud pública, así como a programas nacionales de prevención y tratamiento de enfermedades como el VIH, y la tubercu-losis que cobran la vida de miles de sudafricanos.
Por ejemplo, el Ministerio de Finanzas ha añadido un extra de 2 600 millones de rands al presupuesto para cubrir los aumentos salariales de los médicos, dentistas, farmacéuticos y personal de los servicios de emergencia, así como otro de 1 300 millones para profesionales de la terapéutica como fisioterapeutas. Estos incrementos se insertan en una política gubernamental destinada a garantizar el mantenimiento de los servicios médicos vitales en las instalaciones públicas, las que más sufren la escasez de personal sanitario. Las clínicas y hospitales privados, concentrados en las urbes, son las que más disponen de los profesionales de la salud, mientras en las áreas rurales millones de sudafricanos sufren la carencia de estos servicios, principalmente los especializados.
Y todo ello tiene un respaldo en el crecimiento paulatino de una economía que sale a flote de su primera recesión en 17 años. Al mismo tiempo que la economía vaya creciendo, ese avance debe revertirse en la salud de quienes trabajan o aquellos que no tienen empleo para pagarse un seguro médico o sencillamente están imposibilitados para trabajar.
Se trata de crear un sistema de salud en que junto a un sector público muy bueno se permita el privado. Pero, como siempre sucede, la propuesta no es de interés para la poderosa industria médica. Sin embargo, sus mensajes publicitarios mal intencionados se desvanecen ante un pueblo curtido durante tantos años de lucha contra el apartheid. Los trabajadores, que son la mayoría, esos que se desgastan en las minas o en los campos, de seguro no dejarán que unos pocos, los de siempre, se salgan con la suya después que en 2009 dieron su voto por el derecho a una salud gratuita.

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